Innovación

  • Es preciso trabajar para que la inclusión educativa sea una realidad en cada establecimiento educacional, para lo cual la mirada debe colocarse en una formación neurocientífica del profesorado y de profesiones de apoyo a la educación. 
  • La educación no puede continuar siendo reducida a lo académico. Es preciso dar cabida a la formación temprana y permanente de los ámbitos socioemocional, espiritual y de liderazgo, así como al desarrollo y enriquecimiento de todos los talentos humanos, los que se expresan tempranamente en el niño, alcanzando una fuerza transformativa poderosa en el adolescente y convirtiéndose también en un importante recurso terapéutico cuando se daña el bienestar temprano de la persona.
  • Es urgente incorporar a las acciones formales educativas ámbitos olvidados, como la creatividad, el pensamiento crítico, la óptica de comunidad, la apreciación estética y una concepción ética de la vida; todos estos ámbitos son indispensables en la formación en ciudadanía.
  • Cautelar y enriquecer las dimensiones emocional, social y espiritual de los niños de manera sistemática es clave para prepararles para enfrentar los enormes desafíos sociales  que les aguardan mientras atraviesan este siglo. Ello significa poner el énfasis en el desarrollo, cuidado y enriquecimiento de todos los factores de resiliencia. 
  • El modelo de cerebro humano en desarrollo se convierte en una plataforma pertinente para la innovación curricular en todos los niveles: objetivos de aprendizaje; contenidos apropiados desde un enfoque inclusivo; metodologías desafiantes; nuevas estrategias de evaluación, y facilita tanto la praxis pedagógica misma como la innovación en las prácticas docentes de educadores y profesionales de apoyo a la educación.